26 agosto 2011

PEQUEÑOS ASUNTOS MÉDICOS SIN IMPORTANCIA



Sucede, como es natural, que un día cualquiera decido hacer mi visita de rutina al oftalmólogo. El sujeto se sienta con elegancia detrás de su escritorio y empieza el cuestionario de rigor que en realidad le importa poco y al que desde su lecho de costumbre presta esquiva atención. Luego están los aparatos, las letras en todas formas, colores y tamaños, los lentes que hacen ver más borroso, menos borroso, menos borroso, y ahí perfecto, los párrafos que se reducen paulatinamente y un par de anotaciones en su recetario. Finalmente, el sujeto -de mirada también esquiva- extiende hacia mí la fórmula  y me recuerda otra vez lo sensibles que son mis ojos a los cambios ambientales. Hace otra vez su mueca de disgusto cuando le digo que vivo feliz en México y cierra la puerta advirtiéndome seguir de manera estricta el tratamiento. 

Mi formulita pequeña y débil dice que debo utilizar 2 tipos de gotas durante los próximos 4 meses. Y yo obediente las compro y a la mañana siguiente empiezo el tratamiento. Las primeras mantienen húmedos mis ojos, las segundas no sé exactamente que tipo de infección por ambiente tratan, pero a los pocos días sé claramente lo que provocan. 


Me molesta la luz, ponen sensibles mis ojos y ya no soporto la lámpara que acompaña mis lecturas cada noche. Mi cabeza no tolera los rayos del sol, las bombillas, la computadora. Cuando uso las gotas mis ojos se sienten mejor, ya no arden, ya no están irritados o rojos. Pero desarrollo algo parecido a una desesperante fotosensibilidad. Luego llega el dolor de cabeza que se instala en mi vida como si fuera mi mejor amigo y noche a noche me aísla más temprano hacia en interior de mis cobijas. Un par de días después no lo aguanto más y decido comprar algo para el dolor. Al cabo de una semana lo comprendo todo y decido escribir mis propias indicaciones médicas que desde entonces sigo religiosamente:

Gotas para infecciones por ambiente en mis ojos a las 8am, aspirinas a la 1pm, lámpara a una distancia de 3 metros del libro a diario y aspirina otra vez a las 12 de la noche. 

Conclusión: ¡He ido al oftalmólogo para medicarme aspirinas! 



Las pinturas son de Joseph Lorusso


07 agosto 2011

Sobre el valor en el tiempo

LUGAR : biblioteca de Filosofía y Letras de la UNAM 
FECHA: viernes 10 de junio. 

En realidad ese día sólo quería leer un rato y contrario a lo que normalmente ocurre en la UNAM encontré fácilmente un lugar libre para hacerlo. Elegí con calma una mesa en un rincón al que aún llegaba un suave rayo de sol y donde no se escuchaban las voces de los pocos estudiantes-transeúntes-visitantes que recorrían sonámbulos los pasillos de la facultad. Creo que leí alrededor de una hora y cuando me disponía a partir mis ojos se toparon con un papelito pequeño en el que se amontonaban las palabras. Lo tomé, lo leí y decidí guardarlo (ya verán porqué).

Al leerlo se me ocurrieron algunas cosas que enumero a continuación:

  1. Quizás ese papel era sólo la forma más rápida de conservar algunos datos que su dueño original debía memorizar mientras caminaba (demasiada ingenuidad).
  2. Podía haber sido empleado por un estudiante para explicarle a otro algo qué se había perdido por ausentarse de la última clase y que seguro iba a salir en el examen final (probable).
  3. Tal vez el estudiante ese día no llevó la libreta en la que apuntaba la información de esa materia y dada la importancia de los datos decidió hacerlo en el único fragmento de papel que le quedaba desocupado en la hoja de apuntes de otra materia. Luego, al pasarlo en limpio al lugar correspondiente, lo arrancó sin compasión y lo dejó abandonado en aquella mesa (exagerado)
  4. También podía ser una simple copialina (acordeón) que ya había cumplido su misión y que había terminado abandonado (mucho más creíble).
En cualquier caso, ninguna de la opciones anteriores terminó por ser totalmente cierta -ya verán porqué-. Como les decía, los curiosos datos del papelito me llevaron a guardarlo hasta hoy, y sin más preámbulos aquí se los presento acompañado de otros objetos:






Existe un elemento común en los miles de textos que se encuentran en la red sobre numismática: en todos ellos tienden a definir a las monedas como elementos o piezas resistentes que han servido históricamente para realizar intercambios o transacciones comerciales. En mi caso, creo que el intercambio ocurrió aquella mañana en la que alguien abandonó su "copialina" en la mesa que yo ocuparía más tarde. Aquel encuentro me hizo leer muchos textos, me generó muchas preguntas y obviamente me divirtió largas horas. 

No estoy segura qué estudiaría el primer dueño de la "copialina", me gusta imaginarme que no es economía, y que tal vez alguna vez perteneció a un filólogo que intentaba conocer las monedas de una época específica para entender mejor un texto. En cualquier caso, si mi famoso papelito era una "copialina" creo que el estudiante reprobó su examen porque para empezar no existen los ábolos, en cambio sí existen los óbolos.

Los óbolos eran monedas griegas, de plata y cuyo valor era una sexta parte de un dracma. Sin embargo, no fue en Grecia donde por primera vez se acuñaron monedas de carácter oficial, esa genialidad comercial que se ha mantenido vigente hasta hoy fue inventada en Lidia (hoy Turquía). Eran acuñaciones de plata y oro en las que se estampaba el sello del león del rey y que más tarde copiarían en China y Grecia. Los griegos popularizaron el uso de las monedas que viajaban con ellos y en las que se terminó estampando algo característico del pueblo, lugar o gobierno del sitio de acuñación, lo que permitió que fueran pequeñas cartas de presentación para los comerciantes y elementos históricos para el mundo. 

Investigué mucho sobre mi papelito y ahora sé que en él hay imprecisiones o errores. Pero eso ya no me importa porque su encuentro me permitió viajar por el tiempo, ver cuáles eran los famosos talentos de los que tanto hablaban en la Biblia y apreciar la historia que se esconde en esos elementos cotidianos que a diario pasan de mano en mano sin que les prestemos demasiada atención.

Acá abajo dejo el enlace de dos páginas que quizás les interese y que vale la pena mirar al menos rápidamente (tienen imágenes):


Numismática