19 enero 2011

Malabarista

Fue un sábado frío... Las imágenes empezaron a inundar mi cabeza, para quedar más tarde convertidas en recuerdos. Fue un sábado de extravío y de sensación de indefensión… 

Atrás han quedado los afanes telefónicos, los llantos que inundaban las tardes de domingo y la añoranza por aquellas cosas que repentinamente recordaba y me hacían sentir lejos, sola e insegura.

He descubierto que soy alérgica al polen, que me gustan los viernes para ir al cine, y que desde aquí la luna se ve más grande y más cerca. Descubrí que necesito pocas cosas, pero que nunca controlaré mi adicción por comprar libros. Que me gusta ser extranjera, aunque ya no me sienta de ese modo. Que Cundinamarca puede ser una palabra graciosa y que la distancia es grande si no existe realmente algo que me motive a cruzarla.  Ahora sé que el concepto de “familia” nunca ha sido bien definido. Sé que me gustan las tardes de otoño y los domingos para pasear al perro.

Aprendí a desprenderme y prenderme, aprendí a amar los lugares, las personas y las cosas que antes sólo eran referencias distantes y desconocidas. Aprendí a encontrar la ruta más rápida, pero también la más corta para demorar el regreso. Aprendí a sonreír con la mirada y a decir que extraño sin hacer dramas...  Ahora veo con ternura la chiquilla que recorrió emocionada esas calles, ahora me siento viajera experta, ahora no temo exceder el equipaje. 
Ya no siento la ausencia de Monserrate como punto de referencia geográfico, porque sé que cada lugar tiene su lógica (La de Barcelona consistía en notar la “muy leve” inclinación de la tierra, para saber hacia qué lado quedaba el mar y así saber hacia dónde debía caminar) y porque al final siempre es agradable recorrer un camino desconocido.

Ya se construyó una historia aquí y se añadió un par de cosas a la de allá… Se llenaron los días de personas, olores, momentos y cosas, se escucharon canciones y se construyeron omisiones… Se cansaron los pasos y se vaciaron los vasos…Tic-Tac, Tic-Tac...

Fue cuestión de tiempo...El corazón se fue llenado, y la soledad se fue esfumando.

2 comentarios:

  1. El ritmo es "orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas", (RAE). Los recuerdos convierten en tiempo nuestras emociones más fuertes. La esperanza siempre derrota al pasado y vive enamorada del futuro.

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    1. La esperanza hace malabares. Aunque, sinceramente, no creo que se pueda derrotar el pasado. Como mucho, podremos lanzarlo más fuerte, más arriba, más lejos, mientras seguimos jugando con las otras esferas. Los malabares son "ejercicios de agilidad y destreza que se practican generalmente como espectáculo, manteniendo diversos objetos en equilibrio inestable, lanzándolos a lo alto y recogiéndolos".

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